Los minerales expuestos a la radiación natural como el barro empleado en cerámica acumulan electrones, cuyo número es una medida de la cantidad de radiación. Si dichos minerales se someten a temperaturas de 300 a 600°C, la energía radiactiva que contienen se libera en forma de luz, fenómeno llamado termoluminiscencia. Pues bien, los científicos pueden calcular la antigüedad de objetos de barro midiendo esa energía, con un margen de error de apenas 10%.
La termoluminiscencia puede usarse para identificar reliquias falsas de cerámica o de bronce (que tienen un núcleo de barro). Por ejemplo, en la década de 1970 fue sometida a análisis mediante termoluminiscencia una lámpara de cerámica del Museo Británico que se creía de origen romano: se demostró que fue hecha hacia 1920.