Los anabaptistas fueron una secta que siguieron la práctica de no bautizar a los niños hasta que se hallasen en condiciones de saber si querían seguir los asuntos de fe. Los adultos que se adherían a esta secta eran bautizados de nuevo y por eso fueron llamados rebautizantes.
Sus doctrinas bebieron de las fuentes de los Taboritas, hussitas y valdenses y eran de creencias muy místicas y pacíficas. Defendieron la necesidad de volver a la sencillez de los primeros cristianos y criticaban el ansia de riqueza de los luteranos y católicos.
En 1531 Bernardo de Rothmann se lanzó una predicación más violenta y agresiva en Münster y alentó a sus seguidores a la violencia. Consiguieron echar de la ciudad al obispo católico conde de Waldeck y Rothmann tomó el título de magistrado de la ciudad mientras que los que no aceptaron el bautismo fueron arrojados de ella y tachados de impuros.
Los anabaptistas impusieron una especie de cooperativismo o comuna que obligaba a todos los ciudadanos a entregar sus bienes. Hacían las comidas en común y practicaban la poligamia. Sus prácticas religiosas constituían en ciertos ejercicios místicos, en el canto de los salmos y en escuchar a los predicadores.
Los que no se sometían a sus órdenes y los enemigos tomados prisioneros eran sometidos a horribles suplicios. Esta doctrina fue muy bien acogida entre gentes originarias de Holanda que se distinguieron por su radicalismo y llegaron a tomar el poder. Münster fue cercada muriendo Mathys, uno de sus dirigentes, quien fue sustituido por Leyden. La expedición de socorro mandada desde Amsterdam, fracasó y la ciudad cayó el 24 de junio de 1535. Los mandatarios de la ciudad murieron tras sufrir tortura.
Este movimiento se extinguió porque fue combatido tanto por católicos como por protestantes