Tell el-Amarna, situada a 500 km. del la ciudad tebana de Luxor, ha pasado a la historia por ser la sede del faraón Akhenaton durante 15 años. Esta ciudad, como todas las egipcias se encuentra a orillas del Nilo; más concretamente en la orilla oriental y se convertirá en la capital del Imperio Nuevo hasta que Tutankamon la abandone para residir en Tebas.
A lo largo de 9 km se desarrolla como una ciudad palaciega donde predomina el gran lujo decorativo de sus edificios. Frescos de vivos colores han sido descubierto en las paredes excavadas, junto con gran cantidad de relieves en el estilo característico del Imperio Nuevo.La nueva ciudad con su impresionante extensión permitió la construcción de viviendas de un sólo piso con amplios jardines. La ciudad contenía una zona central donde se desarrollarían los palacios, templos, oficinas administrativas y, por supuesto, los almacenes.
Akhenaton en su revolución política y religiosa necesitó alterar no sólo las ceremonias sino también el templo. Ya no era necesario realizar estatuas a las que adorar puesto que Atón, el círculo solar, no las necesitaba. La cella misteriosa y cerrada que albergaba las estatuas de los dioses, desaparece y el templo se convierte en un espacio abierto bañado por la luz solar
Sobre una colina, con jardines en terrazas descendiendo hasta el embarcadero, unido a la casa del nomarca y a los viveros reales por un puente abovedado, se situaba el Gran palacio. Las construciones en Amarna eran amplias, confortables con grandes patios con columnas y jardines plantados con sicómoros, palmeras , sauces setos floridos y estanques poblados de flor de loto.
Las casas del resto de los ciudadanos de la capital estaban construidas en adobe cocido y la piedra y madera se utilizaban sólo en algunas partes de los edificios. Solían tener dos pisos con escalera interna.
Al morir Akhenaton Nefertiti intentó permanecer en la ciudad manteniendo el culto a Atón y accedió a casar a su hija Meritatón con el hermano menor de Akhenatón, Smenkara. La muerte prematura del nuevo faraón provocó que nombraran faraón al hijo de Akhenatón con tan sólo nueve años.Tutankamón sería conducido por los sacerdotes de Amón a Tebas, abandonando la ciudad que sería, destruida, desmantelada y olvidada. Muchas de sus piedras y mármoles fueron reutilizados en edificios a muchos km de Amarna.
Lo dual es algo inherente a la cultura egipcia y se encuentra en el concepto que ellos tienen del universo. Ellos piensan en el dos no como partes contrarias si no como entes complementarios. Por esta razón, la naturaleza consiste en la alineación armónica de los opuestos: cielo y tierra, luz y oscuridad, día y noche, sol y luna, …. Así conciben el cielo con dos ojos o a Nut tragándose por turnos al sol y las estrellas. El mismo dualismo se aprecia en la propia geografía de Egipto. Existe una dualidad evidente entre el norte y el sur, entre la tierra roja desértica y la negra fértil. Por último la dualidad se encuentra presente en la concepción del cuerpo Ba y el espíritu Ka. Por tanto no es raro encontrar palabras con doble significado que curiosamente son contrapuestos y a la vez complementarios.
La Mitología no es ajena a la dualidad y así tenemos a Osiris en el inframundo y a Horus en la tierra y tampoco lo es a la hora de las representacines artísiticas donde, frecuentemente se ven figuras contrapuestas dándose la espalda y la aparición de los dioses por parejas o de otras figuras que, en sus trabajos y relaciones aparecen enmparejadas.